miércoles, 21 de abril de 2010

Carta escrita por una víctima de accidente de tráfico



Transcribo una carta publicada por AGUSTÍN VICENTE CASANOVA,compañero de la Asociación APEMEV-Cantabria. Una maravillosa persona que trabaja en esta asociación para evitar accidentes de tráfico. Una persona MUY VÁLIDA. La publico integramente, a mí me impresionó su lectura, espero que a algún lector le salve la vida.

“SI ME PASA A MI..., PREFIERO MORIRME”
Hace algún tiempo que perdí la cuenta de las veces que me han dicho esa frase. ¿Por qué me la dicen?, porque un veintidós de diciembre (que fecha más curiosa) de hace dieciocho años, regresaba del trabajo a mi casa, y a la salida de una curva, me encontré el cuerpo de una persona en el centro de la calzada., hice una maniobra brusca para esquivarla y me empotré contra una roca. Me rompí la columna vertebral y me aplasté la médula; resumiendo, soy parapléjico: no siento ni muevo mi cuerpo del pecho hacia abajo y dependo de una silla de ruedas para desplazarme.

¡Qué recuerdos! y ¡qué cambios!. A mi primera silla de ruedas se añadió la reforma de mi casa: la puerta de mi habitación, la del baño, cambiar el mobiliario de sitio, etc. Nunca pude regresar a mi trabajo. Cuando compro un coche, tiene que ser con cambio automático, más caro. No puedo visitar a la mayoría de mi familia, hay escaleras por todas partes. No puedo ir a l los lugares que me apetece (cine, restaurante, hotel…) sino a los que puedo entrar, y en muchos de estos, accedo por una puerta lateral o por la trasera, que es la de los suministros; tampoco viajo en autobús, en tren depende del trayecto y en avión me siento con el resto del pasaje pero me tratan como a una maleta, entro el primero y salgo el último; me sitúan en el punto más alejado de las puertas para no estorbar en caso de evacuación y en su argot soy una silla: “Romerales mande una furgoneta a la puerta veinticinco………., ¡ si, tenemos una silla para Barcelona!” (ese soy yo).


Todo lo anterior, que afecta a mi motricidad, es malo, pero no es lo peor. Fue mucho más difícil, asimilar los problemas sensitivos: perder el control de los esfínteres y por tanto tener que usar laxantes y bolsa de recogida de orina atada a la pierna, esto lo superé ya hace doce años implantándome un electroestimulador de las raices sacras, que mediante un emisor externo controla mis funciones. Por supuesto he ganado en calidad de vida, pero estoy obligado a acudir a un aseo cada seis horas. Mi sexualidad no es mejor ni peor es diferente. Si me golpeo no me duele, tampoco si me pincho o me quemo, pudiendo así, provocarme una lesión grave por no tener una señal de alarma que es el dolor.
Puedo seguir, pero creo que ya te has hecho una idea …...¿ o quizás no?.

El segundo antes de mi accidente, tenía veintisiete años, una buena familia, unos buenos amigos, no tenía pareja, tenía trabajo, hacía surf y jugaba mal, pero que muy mal, al baloncesto. Hoy tengo cuarenta y cinco años, una buenísima familia, unos grandísimos amigos y desde hace catorce años una maravillosa mujer llamada Virginia que nunca me conoció caminando; trabajo como amo de casa (cocino de muerte) y fuera de ésta he colaborado con distintas asociaciones y la federación de deportes de discapacitados. He organizado actividades deportivas, doy charlas de sensibilización en los colegios y en los cursos de recuperación del carné por puntos, he jugado diez años en la liga nacional de baloncesto en silla de ruedas y practico de forma totalmente autónoma el descenso de ríos y el surf con materiales standard que he adaptado a mis condiciones; pero lo más grande de todo lo que me ha pasado, ha sido ser padre de una niña que hoy tiene seis años y que cada día me engrandece y me “complica” la vida un poco más.



No, no te he contado todo esto para que creas que soy un tipo maravilloso, te lo he contado para que la próxima vez que vayas a coger un vehículo después de haber bebido, o no te pongas el casco o el cinturón, etc. pienses si merece la pena arriesgarse a sufrir un accidente y después en el mejor de los casos poder decidir si sigues adelante o preferirías haber muerto en él. Cuando conscientemente cometes una imprudencia y no ocurre nada, se te está dando una segunda oportunidad que yo no tuve ... ¿o quizás si?




A la salida de aquella curva el veintidós de diciembre, hice lo que debía, esquivar el cuerpo de una persona que circulando ebrio y a 180 km/h se había matado un minuto antes de que yo llegara. Fue algo que no busqué, que creo que no me merecía, pero en esta, como en otras muchas ocasiones, es estúpido mirar al pasado y lamentarse cuando no hemos sido dueños de nuestro destino. Así pues, doy las gracias cada día, por mi segunda oportunidad.

Soy feliz con mi silla de ruedas y por favor si alguna vez hablas con un discapacitado no le jodas con la frasecita.
Agustín Vicente Casanova. APEMEV CANTABRIA

1 comentario:

  1. Todos los esfuerzos para luchar contra los accidentes de tráfico son importantes pero, sin duda, el mensaje de las personas que han sufrido sus consecuencias nos cala de una forma más profunda.
    Gracias a blogs como el vuestro podemos hacer que voces como la de Agustín lleguen a muchas más personas y poco a poco acabar con los accidentes de tráfico.
    Un saludo
    Julio

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